jueves, 4 de diciembre de 2008

TRIBUS URBANAS: contexto



Rodrigo Ganter S. y Raúl Zarzuri C.


Artículo publicado en la Revista de Trabajo Social “Perspectivas”, Año sexto, número 8, Diciembre 1999. Universidad
Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez.


El fin del milenio se presenta, para una gran cantidad de jóvenes en nuestro país, como un
tiempo de incertidumbre y de inseguridad. Es un tiempo de crisis, el cual se puede
caracterizar por conceptos que intentan ser parámetros tales como: globalización,
mutaciones culturales, hibridizaciones, etc. En suma, podemos decir crisis de adaptaciones
sociales; especialmente asociadas a los campos de la economía, las comunicaciones y la
ética en las relaciones humanas cotidianas e institucionales, públicas y privadas, en un
contexto de modernidad periférica7, los cuales serían rasgos reveladores de esta condición.
Esta crisis es vivida profundamente en distintos planos y constituiría el actual capítulo que
experimenta la sociedad modernizada o en vías de modernización, como efecto progresivo
de los procesos de secularización y racionalización, con el efecto, postulado por Weber de
desencantamiento del mundo. Abstrayendo otras dimensiones, sin duda de gran
importancia, podemos decir que la modernidad y la secularización como contexto societal
en un medio hibridizado8 en los hechos, va desintegrando y/o mutando una visión de
mundo y sus distintos ordenes institucionales, mutación que se manifiesta fuertemente en el
ámbito de lo cultural, caracterizándose siguiendo a Franssen (1994) por los procesos de
“mutación cultural” los cuales se pueden visualizar “por la importancia creciente de las
industrias culturales (medios de comunicación de masas) y tiene implicaciones no
solamente en cuanto a los bienes culturales y a los códigos necesarios para su consumo,
sino también en el sentido mismo de la experiencia de los individuos”9.
Esta cuestión de fondo, que extendemos al plano de los comportamientos juveniles
cotidianos donde, según algunos autores, se observa un proceso paulatino de rechazo al
valor intrínseco de las normas y sus supuestos y/o su aceptación instrumental en función de
objetivos inmediatos, lo que permite construir imágenes de los jóvenes, etiquetándolos
como: “individualistas”, “consumistas”, “amorales”, “apolíticos”, entre otros,
Las primeras aproximaciones teóricas al fenómeno de la juventud que alcanzan cierto auge
en nuestro país -y que posteriormente serán sustentadoras de políticas juveniles- se dan en
el contexto de la dictadura militar, especialmente en el decenio de los años ochenta. En este
período, la juventud chilena fue caracterizada por algunos enfoques teóricos
predominantes10, como una juventud "anómica" y desintegrada que expresa efectos y
cambios socioculturales supuestamente no deseados de la socialización en el proceso de
modernización que esta viviendo el país. Se hacía referencia a la crisis de adaptación e
integración expresada en la desarticulación del mundo colectivo y a la crisis de identidad
cultural que se experimenta en la desarticulación de los valores, expresada, en la
desintegración de la comunidad y una ruptura de las relaciones primarias.

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